Hablamos de solidaridad con... María Montoya
Profesora y madre de Nacho. Nacho nació el 3 de septiembre de 2016 con síndrome de Ondine, una rara enfermedad que afecta a uno de cada 200.000 nacidos. Nacho falleció con casi cinco años.

Cómo entiendes la solidaridad desde tu mundo profesional?
Soy profesora, creo que desde mi mundo profesional es muy fácil entender la solidaridad como el concepto de apoyar y ayudar a otros.
Nada más fácil que entenderlo desde el mundo de la educación, cuando nuestro mayor reto como profesores es enseñar al alumno a sacar lo mejor de ellos.
La educación como concepto de “enseñar a querer a los demás” es el mejor ejemplo de solidaridad.
Una persona solidaria que te inspire.
Paco Arango, he tenido la gran suerte de conocerle. Es una persona con un corazón enorme, que vive por y para los demás. Es de esas personas que deja huella allá donde vaya.
Qué evento, reto o acto solidario te ha marcado o recuerdas especialmente en tu vida (como por ejemplo: el Domun, o algo que hayas visto en otro país…)
“Volunfair”, es una feria de voluntariado, promovida por jóvenes universitarios de la facultad de industriales. He tenido la gran suerte de poder estar 3 años. Y en cada una de las ediciones me he ido más impactada.
¿Qué problema social ves solventable? ¿Qué solución le darías?
Pienso que aunque no se puede considerar como “problema social”, veo que en la sociedad en la que vivimos se huye del sufrimiento. Esto tiene como consecuencia que no se hable de él, que se evite acercarse a las personas que sufren. Y por este motivo, se invierte poco en recursos públicos para cuidar la salud mental.
“Normalizar” hablar el sufrimiento, la enfermedad o la muerte implica reconocer que todos, en algún momento de la vida, nos enfrentamos a dificultades, dolor emocional, físico….
Hablar del sufrimiento fomentaría la empatía, promovería la salud mental, crearía conciencia sobre problemas sociales y podría llevar a cambios positivos a nivel político y social.
Tu ONG favorita, ¿qué es lo que más te gusta de ella?
Tuve la gran suerte de conocerla cuando mi hijo pequeño entró en la Unidad de Cuidados Paliativos. Se dedican a mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables que existen, los niños que no se pueden curar.
Cuidan su dignidad desde el momento de su concepción hasta su muerte, respetando su intimidad, sus vínculos y sus valores.
Lo más maravilloso es que cuidan a esos niños y a sus familias como una unidad, comprendiendo el impacto familiar que supone un diagnóstico de una enfermedad incurable.